Un paseuco por Santoña

Hoy tuvimos un estupendo y primaveral Domingo en Cantabria ,a pesar de las fechas en las que nos encontramos, en pleno mes de Enero.
Hacía tiempo que no me daba una vueltuca por la costa, así que nos fuimos a pasar la mañana a Santoña. Paseamos por las marismas, y después por el puerto pesquero. Y con el sol que hacía, no pude dejar la cámara en casa.
El pueblo marinero de Santoña, con larga tradición pesquera, desde aquellos valientes balleneros hasta los pescadores de anchoa que aún hoy día siguen faeando en el Cantábrico, recogiendo en sus redes el preciado bocarte para su posterior elaboración de la anchoa en las numerosas conserveras de la villa. Hoy día ya no se pesca casi nada; durante años castigaron el caladero hasta dejarlo temblando, y ahora las capturas están muy controladas. De todos modos, si echamos números comprobaremos como las toneladas de anchoas del Cantábrico que nos venden enlatadas deben proceder de otros mares, ya que nunca se vendieron tantas conservas de anchoa, y sin embargo no se pesca nada. Por mucho que diga el presidente cántabro Revilla, la anchoa cántabra está pescada en otro sitio, y se elabora aquí (o no). Pasa algo parecido con el orujo de Potes, que no puede destilarse con la uva que se recoge en Liébana, ni las almejas de Pedreña, que cada dia se sirven en varias decenas de restaurantes como recién cogidas en la bahía.
Pero bueno, los hosteleros adornan su venta, y a los consumidores nos gusta pensar que estamos comiendo algo exclusivo, autóctono y de máxima calidad. Faltaría mas.





Y acabo con un par en blanco y negro. Mañana seguiré con Roma.