Suiza - Las montañas - Glaciar Aletsch desde el Eggishorn

Ayer te mostraba la magnitud de esta inmensa lengua de hielo, y hoy quiero comenzar una descripción de esa jornada, una especie de diario de viaje, con las imágenes y sensaciones que vivimos aquel inolvidable día.

5:45h Arriba. Se hace duro madrugar tanto después de varios días intensos, pero nos espera un largo camino para cumplir el objetivo del día: la cumbre del Eggishorn y el Aletschglacier.
6:30 - 8h. En una hora y media alcanzamos, tras superar el duro puerto de montaña de Gimselpass, la localidad de Fiesch, inicio de nuestra ruta.
Tomamos un funicular para ascender hasta la estación de Fiescheralp (desde Fiesch el cable del funicular se pierde allá arriba, no se llega a divisar el final). La cabina, nueva ,silenciosa y con aspecto de segura y robusta, se encuentra bastante ocupada. No es que haya demasiada gente, lo que ocurre es que estamos rodeados por una pandilla de locos saltadores, con sus enormes mochilas - paracaidas. Al llegar arriba los perderemos de vista, pues todos ellos se lanzarán al vacío y volarán sobre nuestras cabezas durante un buen rato.
Llegamos a la estación intermedia de Fiescheralp, y cuando nos estamos acercando (abajo se ven las casitas de Fiesch como miniaturas de una maqueta de trenes), miramos hacia arriba y otra montaña de igual tamaño que la anterior se muestra ante nosotros.
Un segundo funicular, tan empinado y largo como el anterior, nos lleva hasta el refugio de Eggishorn, unos metros por debajo de la cumbre de esta montaña alpina de casi tres mil metros de altitud.
Nos abrigamos adecuadamente y salimos al exterior de la estación.
Son las nueve de la mañana, hace un día espectacular, brillante y casi despejado, no corre ni una gota de viento, no se nota el frío, y ahí delante, ante nuestros ojos, el objetivo del día y razón suficiente para justificar todo el viaje. Los veintitrés kilómetros de hielo procedente de tres glaciares (Aletsch, Jungfrau y Ewigschneefeld) confluyen en la llamada plaza de la concordia y juntos avanzan hacia el valle del Ródano.
El silencio y la sensación de paz es sobrecogedora. Nos quedamos un buen rato embobados con semejante paisaje (mi cámara colgaba al costado, pero en esos momentos no pensaba en fotografía, estaba concentrado en intentar captar todo lo que tenía ante mis ojos).
Una vez recuperado el aliento tras la primera impresión, reparamos en el coqueto refugio - restaurante que los amigos suizos tienen montado allí arriba. Con sus mesas y sus mantas rojas, los precios de su carta seguro que os parecen baratos si tenemos en cuenta las vistas...
Mas allá del refugio, un sendero recorre el cordal del Eggishorn camino de su cumbre, pero no tenemos tiempo de alcanzarla, tenemos un largo camino por delante, de modo que iniciamos el descenso por la cara este, para rodear después el Eggishorn y alcanzar el hielo del gran glaciar Aletsch.
Pero eso seguirá mañana..... ahora toca descender entre todas estas rocas.....


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