lunes, 29 de abril de 2013

El rayo verde

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«¿Habéis observado alguna vez el firmamento a la orilla del mar? Sí, sin duda alguna. ¿Visteis alguna vez una estrella fugaz recorrer rápidamente el cielo? Es muy posible. Pero ¿habéis visto alguna vez un bólido caer hacia el mar, reflejándose sobre la superficie del agua? ¡No, seguramente no!
Pues bien, la primera vez que tengáis ocasión -¡se presenta tan raramente!- de hacer esta observación, será un rayo verde, pero un verde maravilloso, un verde que ningún pintor puede obtener en su paleta. Un verde cuya naturaleza no se encuentra ni en los variados ver­des de los vegetales, ni en las tonalidades de las aguas más límpidas. Si existe el verde en el paraíso, no puede ser más que este verde, que es, sin duda, el verdadero verde de la Esperanza.
Este rayo tiene la virtud de hacer que aquel que lo ha visto no pueda jamás dejar de mirar al cielo; su aparición le convierte a uno en nocturno para siempre; y el que ha tenido la dicha de verlo sólo una vez, ya puede ver claro en su corazón, y en el de los demás.»


Julio Verne, escribió una novela romántica acerca de un rayo verde que enamoraba a quienes lo contemplaran. Y como tantas veces, el visionario genio tenía razón.
Los luciérnagos disfrutábamos el pasado fin de semana de un encuentro de fin de semana para practicar nuevas técnicas y hacer unas nocturnas (bueno, si, también había cerveza, y buenas viandas...)
Durante la cena del Sábado 13 de Abril de 2013 , ya habíamos tenido la gran suerte de observar un tremendo bólido en dirección Norte- Sur, con una explosión, traza y una segunda explosión. Noctámbulos de toda España reportaban casi inmediatamente a través de twitter el avistamiento (Mario Rubio desde Las Hurdes, Galicia, a las afueras de Madrid, ... y nosotros).
Lástima de cámara, decía algún luciérnago. Pero más tarde tuvimos nuestra recompensa.
Después de cenar, nos acercamos hasta la costa para practicar paisaje astronómico, pintando con luz árboles y bancos bajo un cielo estrellado y muy limpio, con poca contaminación lumínica para ser la costa cántabra.
Y entonces lo vimos. Un gran fogonazo verde se dibujó ante nuestros atónitos ojos. La traza del bólido se desplazó en dirección Norte durante unos cinco segundos, despacio, y a su paso hacia el horizonte su traza se iba reflejando con un brillo intenso sobre la superficie del mar.
Una vez asimilado el espectáculo que habíamos presenciado, caímos en la cuenta de que.....
estábamos haciendo circumpolares!!!!!!!
¿lo tendré en cámara, lo tendré, lo habré cazado? Que nervios!!!!!!! tic tac, tic tac. Una larga exposición de 3 minutos, ISO800, con un 8mm f3,5. Acaba la toma. La interrumpo.
A ver, a ver? SIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII, LO TENGO, LO TENGO, SIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII
YO TAMBIEEEEEEEEEENNNNNNNNNNNNNNNNNNNN!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Dos de los cuatro luciérnagos teníamos ese maravilloso rayo verde en nuestra cámara.
Te puede parecer una mancha en el sensor, o un reflejo de una linterna, pero ese rayo verde en el cielo acompañará nuestras memorias y nuestros corazones para siempre.


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1 comentario:

Manuel López Frías dijo...

Un autentico espectáculo visual, Impresionante toma que desde luego no se volverá a repetir.....El texto terrible.

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