Y después de visitar la Cisterna de la Basílica, bajamos por la calle Alemdar camino de Eminönü. Y en el camino, me encuentro con esta imagen que luego vería repetida en otros rincones de Estambul.
Como veis, se trata de un cementerio otomano, en el patio trasero de unas casas. Las tumbas comparten espacio con los aparatos de aire acondicionado, las tuberías de salida de humos, los gatos. Lo cierto es que de ese modo, visitar a tus difuntos es más cómodo, una especie de mausoleo particular para pobres.
No se, tal vez sólo son reliquias que no tienen nada que ver con los habitantes de esos edificios, pero en muchos lugares encuentras estas lápidas en lugares insospechados, inmersos en el tejido urbano y cotidiano de la ciudad.
Como detalle, deciros que las tumbas de los hombres llevan en lo alto un turbante o sombrero, y las mujeres normalmente motivos florales.
Curiosidades de una ciudad que no deja de sorprenderte a cada paso.
2 comentarios:
Bueno...todo es acostumbrarse...yo creo que le tenemos mucho miedo a la muerte, tal vez porque hemos convivido poco con ella, por eso se nos hace extraña esta imagen...pero interesante fotografía..un saludo y sigo mirando jeje...
Hola, no sé si el resto de cementerios de Estambul tienen que ver con los habitantes que viven en torno a ellos, pero en este en concreto el edificio que ves al fondo es un hotel. Yo estuve alojada en agosto en él, en la primera planta, y resultaba bastante curioso asomarte a la ventana y encontrarte con este panorama. En diciembre volveré a alojarme en el mismo sitio. Un saludo
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