Zuriqueses - Romántica

Todo tiene un principio y un final, y mi serie zuriqueses ha llegado a su fin. Me despido con la mejor de toda la serie. Puedes tener otra opinión, las de blanco y negro también me gustan, pero este momento espontáneo que pude captar con mi cámara desde la calle del ferrocarril en Zurich me gustó nada más verla, y sabía que había capturado algo único e irrepetible. Esa es la virtud de la fotografía callejera, me ha enganchado y estoy deseando repetir la experiencia.
Pero no será tan fácil como colgarse la cámara y echarse a la calle. En las fotografías que componen esta serie ha influido notablemente un componente que escapa a mi control; mi estado de ánimo.
Llevaba esa tarde seis días a mis espaldas recorriendo Suiza, de vacaciones. Había visto pueblos de cuento, subido a montañas enormes, degustado sabrosos platos, bebido refrescantes cervezas, contemplado cascadas, glaciares y otras maravillas naturales únicas en el mundo, superdeportivos y casas de ensueño, y todo ello en pareja, con mi querida esposa, disfrutando hasta el último minuto de nuestra semana de descanso.
Como puedes imaginar estaba pletórico, lleno de alegría y buen humor, con la mente libre de preocupaciones, sin problemas, sin facturas, sin crisis económica, sin noticias de catástrofes y miserias humanas.
En ese estado, el llamado "ojo fotográfico" se agudiza especialmente, y en tan sólo un par de horas eres capaz de ver un montón de situaciones callejeras atractivas para el fotógrafo que me han permitido componer esta serie que ahora acaba y que me ha proporcionado mucho placer, magníficos y constructivos comentarios de otros fotógrafos y amigos, y un trabajo del que me siento orgulloso y satisfecho (en unos meses volveré a visitarlas y les encontraré un montón de defectos, seguro).
Ahora lo difícil será conseguir de nuevo ese "nirvana" o "éxtasis" para lanzarse a la calle de cacería...
Pero lo importante es el camino y no el destino.
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