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Día 4. Hoy vamos a recorrer las montañas de la isla de Skye. En nuestro itinerario tenemos una vuelta a la isla con dos
pequeñas rutas de montaña, y la final del día pararemos en este enclave a tomar una cervecita en el Sligachan hotel.
Pero al pasar a primera hora de la mañana, con las nubes acostadas sobre las montañas Cuillin, cielo azul y la luz del
sol, es inevitable parar. Gran acierto.
Pude hacer varias fotos, aunque a los dos minutos me di cuenta que estaba solo.
Mis compañeros de viaje me habían abandonado. Concentrado en el paisaje, no era consciente de lo que sucedía: una plaga
aún peor que los turistas; los mosquitos. En las fotos y en las guías de viaje no aparecen, pero en ríos, campos y lagos
de Escocia, los diminutos mosquitos te machacan. Son miles, y además de picar se pegan al cuerpo y a la ropa. Al regresar
mis compañeros estaban refugiados en el coche, y al entrar yo invité a dos o tres docenas de mosquitos que nos tuvieron
entretenidos un rato.
Seguimos viaje, y esa parada no programada al final del día fue buena opción. Cuando pasamos por la tarde, el tiempo
cambiante de Escocia había convertido este apacible paraje en un pequeño infierno. Frío, lluvia y un viento racheado en
un cielo gris y oscuro hacían imposible apenas bajarse del coche, y por supuesto nada de pensar en fotografía.
Y todo
en el mismo día, con apenas diez horas de diferencia. El pobre Julio preparaba los bocadillos en el maletero del coche
aguantando la tormenta, mientras las chicas disfrutaban de una pinta en el pub del hotel. Acabamos los cuatro tomando
la pinta y después comiendo el bocadillo en el coche. Eso si, ni rastro de los molestos mosquitos mañaneros....
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