El quinto día, tras nuestra rápida incursión al Sur de la ciudad para visitar el cemterio protestante y la pirámide de Caio Cestio, regresamos en metro hasta el centro para dar una batida por las iglesias que nos habíamos dejado para este día, todas muy cerca unas de otras, en el centro histórico, entre las plazas de Campo di Fiori, Plaza Navona y Plaza Rotonda.
De estas iglesias, la primera visita destaca singularmente. La iglesia "madre" de los jesuitas (Compañía de Jesús), con un estilo diferente al movimiento artístico de la época, es promovido por el fundador de la orden de los jesuitas San Ignacio de Loyola, que con la pasta de la familia Farnese, encarga en el siglo XVI el proyecto de construcción a los arquitectos Jacopo Vignola y Giacomo della Porta. Esta obra de Renacimiento tardío fué culminada por un fresco impresionante en su bóveda y cúpula, obra del artista Giovanni Battista Gaulli. Este genio aprovecha la arquitectura para crear falsa sensación de profundidad en sus obras, de tal modo que uno no sabe si está viendo algo pintado o una figura tridimensional. Para admirar ese glorioso techo en el centro de la nave existe un espejo que permite apreciar los detalles de ese "Triunfo del Nombre de Jesús".
Mientras mirábamos embobados esos frescos, se nos acercó una española, Maria José, Vizcaína, profesora jubilada de español en Roma y ahora voluntaria por la causa de los jesuitas, y se ofreció a guiarnos en la visita al templo. Dejando a un lado la carga teológica y evangelizadora que está obligada a transmitir, la explicación meramente artística y teórica que recibimos realmente mereció la pena. No sólo nos dio todo tipo de detalles de la construcción de la iglesia, sus capillas, frescos y demás tesoros, además de contarnos la vida de sus maestros, los fundadores San Ignacio de Loyola y San Francisco Javier. Lo más interesante de su charla fué la relación existente entre los símbolos y la religión. Aprendimos, por ejemplo, cómo la figura geométrica del círculo representa lo divino, y las figuras cuadradas y rectangulares se asocian con lo humano, lo terrenal. De este modo, en todas las iglesias que hemos visitado, las cúpulas con base circular y las escenas y esculturas en ellas representadas siempre son El Cielo, la imagen de Dios, etc...
Y bajo ésta imagen divina, las formas rectangulares nos muestran escenas terrenales, impuras incluso.
En el fresco de Gaulli se pueden ver, desde los demonios del infierno, hasta los ángeles del cielo caminando hacia la luz de Dios.
Realmente visitarlo así cambió mucho nuestra impresión. Eso sí, estuvimos casi dos horas allí dentro....
Finalmente, os dejo con una de mis "visitas virtuales". Pulsando en el enlace podréis navegar por una fotografía del techo a la máxima resolución de mi cámara.
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