Tal vez voy demasiado deprisa, pero quiero acabar con la foto - guía de Roma antes de fin de año, y aún queda mucho por hacer, de modo que es posible que suba varias fotos y entradas en mi blog en el mismo día.
Los Museos Capitolinos no tienen nada que envidiar a los vaticanos, y en ciertos aspectos creo que suponen una experiencia más agradable para el visitante. No estoy capacitado para valorar la calidad artística o la importancia histórica de ambas colecciones, pero como profano en arte y arqueología y simple espectador, me gustó aún mas la visita a este museo. En primer lugar, ya sabéis, la gente. Acabo de leer el comentario de un fotógrafo amigo que me pregunta si en estas fotos he utilizado el pincel de clonar para eliminar a las personas (jeje), ya que todas las estancias como veis aparecen desiertas. Entramos en el museo en su hora de apertura, a las 9 de la mañana, y prácticamente no nos encontramos con ningún visitante en nuestro paseo (que se prolongó durante más de tres horas). Y qué queréis que os diga, no hay color, la experiencia de visitar un museo con la libertad de poder deambular tranquilamente, deteniéndote en cada detalle que te llama la atención, sin prisas, ni empujones, ni gente que estorba, en silencio, es una gozada, no se paga con dinero.
Todo lo contrario que el suplicio del Vaticano.
En segundo lugar, los gorilas. Los guardas de los Museos Capitolinos se limitan a cuidar por la integridad de las obras de arte y de las instalaciones, pero no impiden que hagas fotografías, ni siquiera con flash. Se ve que las esculturas romanas de este museo llevan un barniz anti-flash que las del Vaticano no tienen....
En tercer lugar, los dos palacios más el subterráneo que los une, con varias plantas y pasillos, se pueden recorrer con total libertad, en cualquier dirección, y no existen zonas "vetadas a los pobres mortales". Y esto también es una gran ventaja.
En cuarto lugar, la entrada a estos museos se incluye en la iniciativa turístico-cultural de la llamada "Roma Pass", que te permite, por un precio muy razonable de 20 euros, utilizar ilimitadamente todos los transportes públicos de la ciudad (metro, autobús, trenes de cercanías y tranvías) durante tres dias (72 horas), entradas gratuitas a los dos primeros lugares elegidos (nosotros seleccionamos los Museos Capitolinos y el Coliseo), descuentos en el resto de museos, ruinas y exposiciones, y entrada preferente en todos estos lugares.
Como habíamos planificado, el cuarto día era el indicado para iniciar el uso de la Roma Pass con la visita a la Roma clásica y utilizar el transporte público ahora que ya llevábamos cierta carga física encima de los tres días anteriores.
El plan salió a la perfección. Todo un acierto. Si visitáis la ciudad, la Roma Pass es imprescindible, no la dejeis pasar. Merece la pena, incluso si sólo estáis allí un fin de semana.
Y por último, las vistas que desde estos museos se pueden contemplar de las ruinas del Foro Romano son magníficas. Un diez para estos museos.
En esta primera parte os dejo con distintas estancias que me llamaron la atención por su palaciega decoración. En la segunda parte os mostraré algunas de las obras aquí expuestas.
La Sala de los bustos
Y el túnel que une ambos palacios
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